
El café
de Daniela, está servido en la mejor mesa. La tengo reservada para cuando me
vea a la cara y me hable de los sueños en su cabeza. Tiene una galletita para
que acompañe el sabor. Está en una taza tan blanca como su alma y tiene la
temperatura exacta de calor. El café de Daniela, aguarda con ilusión escuchar
algo de su voz. Yo también confió, que un buen día de domingo, la encuentre en
el café al que voy.
El café
de Daniela, no se demora ni se acelera. Lo tengo preparado para cuando haya
aceptado, cumplir mi sueño y su promesa. Tiene el aroma perfecto para que se
sienta como en casa. Tal vez sin querer queriendo, me diga sonriendo: tomemos
otra taza. El café de Daniela, espera y no desespera por un “si”. El día menos
pensado, se sentará a mi lado y yo le diré: Muchas gracias por venir.
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