16/5/11

El acompañado era yo


Extraño las palabras de Alejandra. Su manera de decirme las verdades. Su cariño inmenso por dejar de mentirme, mientras me ocultaba los detalles. Extraño las palabras de Alejandra, que era mi jefa y capitana. Su palabra era ley en la calle y algunas a veces hasta en la cama. Extraño su acento, su confusión de ideales. Su lucha eterna por ser más que cualquier “alguien”.

Extraño la mirada de Natalia. Su manera tierna de decirme “hasta mañana”. Su ternura inocente que me limpiaba lo malo. Su cariño de “amor puro” y mucho más que desinteresado. Extraño la mirada de Natalia. Lo bello de su cuerpo y lo dulce de su alma. Su cuidado por mi bien estar. Sus ojos café claros con algunos toques de mar. Extraño su olor, su paz infinita. Su ideal inmenso de seguirme todo lo que dure la vida.

Extraños los besos de Jimena. Sus abrazos con deseo y lo suave de sus piernas. Su pasión fugaz que comenzaba con un roce. Su iniciativa perfecta de hacer locuras, de hacer lo que le antoje. Extraño los besos de Jimena. Sus caricias con magia que eran como adrenalina en las venas. Su despreocupada vida y su amor desenfrenado hacia mí. Su espíritu libre que en las noches no me dejaba de seducir.

Extraño el amor del “amor de Gianella”. Mi ilusión constante de ser su alma gemela. Su recuerdo inmenso que estan “presente”. Sus rizos de nube y su carácter independiente. Extraño el amor de “Gianella”. Su figura exacta que no era de concurso, ni mucho menos de pasarela. Extraño su tiempo, sus historias. Su pasado que es mi presente y lo que produjo en mi memoria. Siempre habrá espacio para el pasado con amor, para ese tiempo en que el acompañado era yo.

2 comentarios:

ŜhЄrezάđξ dijo...

Yo también extraño un amor, y no se llama Gianella.

Abrazote.

Kyara Athena dijo...

No se pueden olvidar esos nombres, esas miradas, esos besos, ni esas historias. Un brindis por esos recuerdos infinitos, que nos marcan la vida y la memoria.