
Te veías hermosa como siempre y yo con frió como para no perder la costumbre. Esta era la prueba de fuego de la cual felizmente salí invicto, sin el corazón roto ni tan nervioso como cuando ya hace tiempo atrás escuche “afirmativo” saliendo de ti.
Fue bueno verte y quitarnos el peso de no saber que pasará. El Mundo no se detuvo y gratamente me sentí tranquilo. No busque un puente, ni se me bajo la autoestima al nivel de “Kafka”. Me sentí bien por que al fin sonó el famoso “chan chan” al final del tango de Gardel.
Y la vida siguió sin odio ni deseo de felicidad con los dedos cruzados escondidos en la espalda.
Todo se había consumado, utilizando las palabras de un ser mucho mejor del q soy.
Ahora todo vuelve a la normalidad y el tiempo sigue apurado. Siempre recordando los buenos tiempos, sintiendo las ansias por los mejores que de seguro llegaran para los ambos.
Mucha suerte de verdad.
Se te quiere.
Mucha suerte de verdad.
Se te quiere.
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